El norte ahuyentó a los turistas del crucero Carnival Triumph (grillo porteño)
El norte ahuyentó a los turistas del crucero Carnival Triumph (grillo porteño)

PROGRESO.- Lo que parecía un buen día para la afluencia turística, en menos de media hora, ayer lunes el panorama en el malecón cambió drásticamente, pues la llegada de un norte con fuertes vientos y llovizna hizo huir a los pocos pasajeros del crucero Carnival Triumph que habían desembarcado y a los paseantes meridanos que llegaron al puerto antes que azotara el norte.

El Carnival Triumph llegó a las 6 de la mañana, procedente de Galveston, y ya los prestadores de servicios esperaban buenas ventas, pues a bordo llegaron 3,340 pasajeros. Desembarcaron  dos mil, pero la mayoría viajó a las zonas arqueológicas y sólo 200 se quedaron en el puerto, de los cuales menos de 50 recorrieron el malecón durante una hora y pocos estuvieron en el tianguis artesanal.

El día amaneció con cielo medio nublado, pero con el mar en calma; sin embargo, poco después de las 8 de la mañana, cuando los pasajeros del crucero Carnival Triumph comenzaban a llegar a las playas del malecón, el tiempo también comenzó a cambiar y empezó a refrescar.

A las 8:25 de la mañana los artesanos, meseros y masajistas instalaban sus puestos, módulos, mesas y sombrillas y unos 50 pasajeros estaban en el malecón, cuando de pronto el tiempo cambió y comenzó a azotar el norte.

Los fuertes vientos, que en la costa alcanzaron velocidades de 70 kilómetros por hora, hicieron huir de la playa del malecón a los pocos pasajeros del Carnival Triumph, quienes buscaron refugio, debido a que cayó pertinaz llovizna.

La ventisca de arena, combinada con los vientos del norte hicieron volar sombrillas de las mesas que habían colocado en la playa; una sombrilla grande salió disparada de la playa, pasó encima de la barda y un mesero corrió para alcanzarla, pero no lo logró. La sombrilla quedó tirada en la avenida, a menos de un metro de un negocio donde estuvo a punto de estrellarse.

Las masajistas todavía no acababan de instalar sus módulos cuando los vientos los movieron de sus bases y por poco vuelan, pero las trabajadoras los sujetaron y los desmantelaron de inmediato y poco después huyeron de la playa, pues ya no podían trabajar.

Los  artesanos que habían colocados sus puestos se apresuraron a retirarlos al igual que los productos que venden, ante el temor que salieran disparados por el fuerte viento. Los vendedores ambulantes también  huyeron de la playa cuando comenzó a llover.