A continuación reproducimos un poema enviado por uno de nuestros lectores aficionado y amante de la tauromaquia:

 

“SONAJERO”

“Así, se llega a la gloria. Así, . . . se forja la historia.”

Hierro de Villa Carmela,
un regalo que se anhela,
conjunción de toro y arte,
más la Virgen. . ., consagrarte.

¡Anda, torero pirata,
es la plaza . . . tu fragata!,
¡anda, torero pirata,
anda, la pasión desata!

De Jerez de la Frontera,
de Cádiz, tierra señera,
vino a México un “ciclón”,
de pundonor y tesón.

Viajero que, desde España,
ya presagiaba su hazaña,
firme sueño de torero,
indultar a “Sonajero”.

La tauromaquia, con tiento,
dos mil catorce, en el tiempo,
día dieciséis de noviembre,
en el recuerdo, se siembre.

Expectación en la arena,
esperando gran faena,
vestido color grosella,
cordonería negra, bella.

Audaz, Juan José Padilla,
se posa sobre rodillas,
amplias, cambiadas, las suertes,
semblante, gestos inertes.

Arrebolera, brionesa,
capotera su entereza;
breve puya, mucho tacto,
en la decisión, . . . exacto.

Alfileres andaluces,
banderillas, que son luces,
una diana en las alturas,
que dignifica figuras.

Brindis grato, a la afición,
entregando el corazón,
montera machos abajo,
mala suerte pa’l carajo.

Toma el coso por asalto,
primero, pases en lo alto,
¡que diestro tan encendido,
mirando justo al tendido!

Vitolinas, circulares,
hubo templanza a raudales,
lances de pecho alargados,
derechazos bien calados.

Uno que otro, terso adorno,
la muleta va en redondo,
con pies muy juntos, osado,
pinturero, reposado.

Naturales ajustados,
los asistentes pasmados,
grito, alarido sincero,
¡torero, venga, torero!

Un final de molinetes,
aplausos, mil ramilletes,
caricia al testuz del toro,
el teléfono, . . . el azoro.

¿Qué decir del noble astado?,
magno, muy fijo, encastado,
¡recorrido y calidad,
obediente, con bondad!

Por la lidia, enaltecida,
“La México”, enloquecida,
pañuelos blancos ondeando,
el perdón salió ganando.

Padilla, puño de tierra,
un beso que amor encierra,
la lágrima se le escapa,
recordando Ayotzinapa.

Vuelta al ruedo, acompasada,
Banda, música afamada,
que buen tino de Herrerías,
excelsas promotorías.

Cornúpeta, a los corrales,
a curarlo de sus males,
hay que perpetuar la especie,
que su estirpe, más, se aprecie.

El hidalgo emocionado,
en hombros salió cargado,
su quijotesca figura,
fue creciendo, en estatura.

Alejandro, el ganadero,
sintió un cielo, verdadero,
es Arena Torres Landa,
jaliciense herencia, manda.

Una divisa en la cumbre,
ojalá se haga costumbre,
corsaria bandera negra,
el público, así, se alegra.

Juez de Plaza, justiciero,
ha indultado a “Sonajero”,
regresará, por las vacas,
a estepas afrodisiacas.

Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
México, D. F., a 16 de noviembre del 2014
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