Por Miguel II Hernández Madero

Faltan dos años para el arranque formal del proceso electoral de 2018, pero desde ahora diversos personajes de la política local realizan abiertas campañas de proselitismo político, en aras de obtener alguna nominación para esas elecciones.

Atrás han quedado algunas prácticas del viejo sistema político, aunque otras no sólo siguen vigentes sino que también se han fortalecido o adquirieron un matiz más duro, en un franco proceso de involución que no corresponde a la demanda de la sociedad contemporánea que exige cada día más políticas públicas y acciones, en vez de recibir un bombardeo mediático con declaraciones y discursos bonitos, pero con acciones de poco o ningún beneficio social.
En el arranque de 2016, la “tranquila” sociedad yucateca (que ya no lo es tanto por el incremento de crímenes de todos sabores y colores), se ha visto prácticamente asaltada por declaraciones triunfalistas, reuniones de políticos, mensajes y recorridos que tuvieran sentido, quizá, en tiempos de campaña, pero no ahora.
Quizá sea falla de los cerebros detrás de ese marketing político, o quizá sea que quieren jugarle al madruguete, pero frente a eso los políticos de todos los partidos quienes han iniciado ese camino febril pensando en obtener una candidatura para 2018, ya sea desde regidores, alcaldes, legisladores (en los dos niveles), para el Gobierno del Estado, e incluso queriendo ser presidenciables, deberían plantearse unas preguntas sencillas, sin dejarse endulzar el oído:
1.- ¿Podrán sostener ese ritmo de gastos y el posterior golpeteo que recibirán conforme se vayan desgranando esos 24 meses?
2.- ¿Tienen en torno a sí a las personas capaces para afrontar el reto, o sólo tienen personas leales por conveniencia? Esto es importante porque a final de cuentas se trata de realizar acciones de impacto social, en una sociedad cada vez desconfiada y más exigente.
3.- ¿En verdad consideran que el pueblo, los ciudadanos, se creen las fotos posadas y las declaraciones en discursos bonitos pero vacíos?
4.- ¿En verdad creen que están posicionando su imagen con eventos, presentaciones y simulaciones? La gente no lo cree y lo crítica, a tal grado que deja de ser válido aquello de “que hablen de mí, bien o mal, pero que hablen”. En política, si en verdad se quiere ganar, actualmente hay que convencer. Los resultados en los procesos electorales de este siglo han demostrado que los ciudadanos ya no esperan; dan la oportunidad pero si no funciona, se las cobran en el siguiente proceso.
Al PRI la dieron la oportunidad durante décadas como maquinaria arrolladora, lapso durante el cual se pudo permitir cometer errores y decir lo que quisiera, porque no tenía nadie al frente. La oposición surgida en 1988, precisamente por un cisma en ese partido, llevó a la fragmentación política que permitió la alternancia en el poder y que en 2000 llegara Acción Nacional a los Pinos, de donde salió doce años después. ¿Qué deparan las elecciones presidenciales en poco más de dos años? Es difícil pronosticarlo…, y en Yucatán ¿qué pasará?
Ojalá que esta marcha de desesperados de todos colores, sabores y partidos, se traduzca, cuando sea el momento en la llegada de administraciones y representantes, alejados de la soberbia y de la prepotencia.
Hasta la próxima…