Por Miguel II Hernández Madero

(El artículo sólo refleja la opinión del autor, no del portal)

En Yucatán se gana muy bien, el promedio de percepciones de una persona que trabaja, rebasa los 200 pesos diarios (casi llegando a los 300 pesos), eso habla de una época de bonanza para los yucatecos, sin contar con la inminente llegada de inversionistas extranjeros y la apertura de más fuentes de empleo…

Perdón no puedo más, la risa me impide continuar con esto…, pero de la risa paso a la indignación tras esas declaraciones de funcionarios estatales inmersos en el sector laboral, quienes lo aseguraron hace unos días, palabras, palabras menos, difundidas en diversos medios.

Es cierto, se habla de un promedio de ingresos pero esto dista mucho de la realidad social que vivimos en la entidad. Sería fantástico, pues ya no habría tantos yucatecos en la pobreza, ni habría desnutrición, ni comercio informal, ni personas ganando apenas el salario mínimo por jornadas cercanas a las doce horas.

Sería maravilloso que fuera cierto, que los yucatecos tuvieran esos salarios, que fuera algo generalizado y dejáramos de estar entre las entidades donde se paga poco, aunque eso sí, la tasa de desempleo es mínima, según las cifras oficiales.

¿Dónde está el problema? Si los responsables del sector laboral en la entidad, analizaran, verían la situación real que, también es cierto, no depende de ellos sino que es el resultado de muchos factores…, lo lamentable es hacer esas declaraciones tan alegres y que muestran qué tanto han perdido el piso.

Para explicarlo con manzanitas y plastilina:

Imaginemos que en un departamento viven cuatro estudiantes o amigos, o lo que fuera. Ahí, al día se comen dos kilos de carne y dos cebollas.

Promediando, tenemos que cada uno de esos cuatro habitantes come medio kilo de carne y media cebolla al día. Nada mal, definitivamente, la estadística es linda, sólo que el promedio no refleja la realidad, porque únicamente dos se comen la carne y los otros comen las cebollas.

Pasa lo mismo, tenemos funcionarios en el sector público o ejecutivos (sector privado), quienes ganan sueldos exorbitantes, sin meternos a ver si lo merecen o no, pero hay muchos más que ganan muy poco. Promediando las cifras pueden ser engañosas y tomarlas literalmente podría incluso ser algo irreflexivo.

¿Qué tiene de malo esto? Mucho. Basarse en ese tipo de cifras y números bonitos influye en la aplicación de políticas públicas y programas concretos. Si se desconoce la realidad, si no se dimensionan los problemas, tampoco se puede identificar a los afectados y el resultado tendrá impacto negativo en quienes menos tienen, porque seguirán estando al margen, mientras sus necesidades aumentan incrementando su desesperación.

Ojalá que esto no sea la tónica a seguir, que sólo sea un error cometido por unos cuántos, porque minimizar los problemas y las condiciones sociales, no es la solución, jamás lo ha sido y en pleno siglo XXI la simulación ya no debe ser parte de la política, porque el pueblo ya quiere resultados.

Hasta la próxima…