CIUDAD DE MÉXICO.- Indiscutible canon de belleza, imperecedero y universal, el pelo largo nunca pasa de moda.

Cuantos más centímetros, mejor. La melena infinita, abundante y bien cuidada, gustaba tanto en el Renacimiento como ahora.

El pelo crece 0,4 milímetros al día

Para entender que no existen milagros es importante conocer que nuestro ciclo capilar no está sincronizado y que se renueva ininterrumpidamente; es decir, nuestro cuero cabelludo siempre tiene una mayoría de pelo ­(aproximadamente, el 80%­) que se encuentran en una fase de crecimiento (anágena) y una minoría, en fase de transición (catágena) y de reposo (telógena).

La de crecimiento es una fase que dura más que las otras (entre 2 y 5 años, aunque depende de la edad) y de ella depende la longitud final de nuestro pelo; cuanto más dure, más crecerá.

“La media de crecimiento del cabello en el cuero cabelludo es de aproximadamente 1­1,4 cm al mes, una media de 0,4 mm al día. Y lo hace a más velocidad entre los 16 y 46 años, disminuyendo claramente a partir de los 50. Esta celeridad de crecimiento está influida por múltiples factores: genéticos, hormonales, nutricionales e incluso estacionales, ya que tanto hombres como mujeres tienen un ciclo anual del cabello con mayor caída en el otoño”, explica el doctor Sergio Vañó, dermatólogo y tricólogo, coordinador de la Unidad de Tricología y estudio de Alopecias del Hospital Ramón y Cajal (Madrid).

Cada día crecen nuevos pelos, mientras que otros se caen (entre 50 y 100 de media). Su caída y posterior recambio es lo normal. Siempre que no haya problemas, un cabello sano crece, descansa y se cae para dejar sitio a otro nuevo. “Que el pelo de una persona se mantenga en fase de crecimiento 6 años y el de otra 2 depende de la genética. Si la medida de crecimiento diario se multiplica por la duración en días de la fase de crecimiento, dará como resultado la longitud máxima que alcanza el pelo de un sujeto”, explica el doctor Eduardo López Bran, jefe de Dermatología del Hospital Clínico San Carlos, director y fundador de Imema y miembro de Top Doctors. Por ejemplo, si su fase de crecimiento dura, pongamos, 3 años (1.095 días), a un ritmo de 0.40 mm al día, quiere decir que si no pasa por la peluquería su melena crecerá 43,8 cm (dos palmos de una mano media). Pero ya no crecerá más: entrará en una fase de reposo y posterior caída.

  1. El poder de un champú es limitado

Los pelos que se encuentran en crecimiento son los más activos metabólicamente, y se muestran muy sensibles a los cambios en nuestra alimentación o a cualquier daño químico, de modo que su progresión puede detenerse antes de lo previsto.

La doctora Jeni Thomas, científico sénior de Pantene, asegura: “La genética define la longitud de nuestro pelo, pero asumiendo que nada interfiera en ese crecimiento, como por ejemplo una mala salud o un pelo dañado. Tu estado de salud va a determinar que lo que llevas en el código genético se cumpla. Si tienes deficiencias en tu organismo, lo más seguro es que este no pueda dedicar la gran cantidad de energía que se necesita para el crecimiento del cabello”. Un cambio hormonal, una mala alimentación, enfermedad o estrés afectan, pero también procesos de alisado o tinte que acaban quebrando el pelo.

Aquí es donde la cosmética desempeña un papel importante. “Es mucho más común que no nos crezca el pelo por daño del cabello que por enfermedad, por lo que conviene cuidarlo mucho. Un buen champú no hará que crezca más, pero ayudará a que no se rompa la fase de crecimiento”, indica la doctora.

Hace un par de años se popularizó, sobre todo en el Reino Unido, un champú llamado FAST, que, según los ensayos clínicos realizados por los científicos canadienses que lo crearon, aumentaba la tasa de crecimiento del cabello hasta 5 cm al mes (a 30 euros el bote). El doctor Eduardo López Bran es escéptico al respecto y recuerda que aunque todo dependa de la predisposición genética, hay variaciones muy pequeñas entre unos individuos y otros.

La doctora Thomas asegura: “Es cierto que hay estudios que demuestran que ciertos tratamientos médicos pueden cambiar la cantidad de pelo en crecimiento, pero no hay constancia de ninguno que incremente el ritmo”. Más cantidad, sí; más longitud, imposible.

  1. Los remedios caseros no funcionan

Otro producto que causó furor, también en España, tras ser comercializado por Mercadona, por su económico precio y sus promesas de larga cabellera, fue el champú para caballos.

El éxito de ventas se debió al boca a boca (no había foro de belleza que no hablara de sus virtudes) y, sobre todo, porque Jennifer Aniston y Sarah Jessica Parker aseguraron que lo utilizaban.

La Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) se apresuró a tirar por tierra el mito de este champú, cuyo ingrediente principal era la biotina, una vitamina del grupo B fundamental para nutrir la piel, también la del cuero cabelludo, y favorecer la circulación para que se forme la queratina.

Es cierto que daba cierto volumen y los consumidores estaban ‘como locos’ recomendándolo en las redes sociales, pero los especialistas explicaron que al ser un producto pensado para animales y con gran contenido en sal, ocurría como cuando salimos de darnos un baño en el mar, que el pelo se encrespa y parece aumentar de volumen, pero es un efecto que dura poco. El doctor Sergio Vañó añade: “La biotina es una vitamina que no se absorbe por vía tópica, es decir, que nunca va a llegar a la raíz del folículo piloso, que está enterrado a cuatro o cinco milímetros de profundidad hacia el interior del cuero cabelludo”.

Hay algo que sí funciona: embarazarse. “Existen diferentes factores hormonales que influyen en el crecimiento del pelo, tanto las hormonas sexuales como las hipofisarias, tiroideas y suprarrenales. En el embarazo es cierto que el pelo crece con mayor intensidad y vigor por la situación hormonal que la misma gestación produce en la mujer (la inhibición de hormonas masculinas, que son las causantes de la alopecia androgénica)”, indica el doctor Vañó. Por este factor hormonal, puede que a alguien se le ocurriera otro de los trucos caseros más populares (por ser un fiasco) que recomienda la Red para un rápido crecimiento del pelo. La idea era machacar píldoras anticonceptivas, volcarlas en un bote de champú y aplicarlas en cada lavado frotando bien el cuero cabelludo como si los estrógenos fueran a penetrar en él. Los especialistas lo definen como una barbaridad, al igual que frotarse con una cebolla, cortarse el pelo con luna llena o cepillarse 100 veces al día. “No existe ninguna evidencia de que alguno de estos factores influyan positivamente en el crecimiento del pelo, de la misma forma que cortarse el pelo más a menudo no hace que te crezca más rápido”, indica el doctor Vañó.

  1. En la farmacia, hay esperanza

“Para que el pelo crezca correctamente, es necesario que el organismo tenga un mínimo de materia prima a base de oligoelementos como la cistina, el hierro o algunas vitaminas.

Sin embargo, el aporte extra sin que exista un déficit concreto no ha demostrado que mejore o incremente la velocidad del crecimiento del pelo”, apunta el doctor Sergio Vañó.

El doctor David Muñoz, médico especialista en Corporación Capilar, es partidario de la suplementación, pero siempre como tratamiento complementario.

“Las vitaminas, los aminoácidos, oligoelementos… Todos ellos intervienen en los procesos de intercambio celular, desde favorecer la permeabilidad de la membrana de las células, hasta actuar como precursores de proteínas como el colágeno, que estructura el folículo piloso. Se pueden aplicar tanto en técnicas de mesoterapia capilar, como por vía oral, pero su uso está limitado en el tiempo y sus efectos sobre todo están comprobados para evitar la caída de pelo estacional o por estrés emocional”, asegura.

Entonces, ¿hay algo que funcione? El tricólogo Sergio Vañó cuenta que ahora mismo existen nuevos tratamientos que se encuentran en fase de ensayo clínico y que estimularán el crecimiento capital, pero de los ya existentes y cuya efectividad ha sido probada destaca un fármaco, el Minoxidil. “Se trata un vasodilatador que se aplica localmente en forma de líquido, espray o espuma, permite que el cabello entre en fase de crecimiento (fase anágena), por lo que crecerá con más grosor y rapidez. No obstante, Minoxidil es un tratamiento médico que requiere una correcta valoración por parte de un especialista para ver si su uso es el adecuado para ese paciente en particular y, además, su efecto es limitado en el tiempo”, explica Vañó. Lo mismo ocurre con el otro medicamento de eficacia científicamente probada, el Finasterida, que necesita ser recetado por un dermatólogo y no se recomienda a mujeres, ya que al ser un inhibidor competitivo de la enzima 5­alfa­reductasa de tipo II, puede tener efectos secundarios.