CIUDAD DE MÉXICO.- La lupa sobre los contratos del gobierno a particulares llegó para quedarse, y es una buena noticia. Pero los que más fuerte gritan por las relaciones contratistas del gobierno, AMLO y los suyos, se han beneficiado con cientos de millones de pesos a través de empresas fantasmas que ganan licitaciones por adjudicación directa.

López Obrador y las empresas de su movimiento se beneficiaron de contratos del Gobierno del Distrito Federal (GDF) encabezado por Marcelo Ebrard, por montos que alcanzarían para comprar unas 20 o 30 casas como la que compró Peña Nieto en un fraccionamiento en Ixtapan de la Sal.

¿Pruebas? Hay muchas. Tomemos un caso emblemático, el de las empresas SAD, AFK y AAR, constituidas al vapor en el sexenio anterior, con el mismo notario: el que dio fe de que se habían comprado votos con dos guajolotes en Guerrero, un borrego en Veracruz y dos gallinas en Zacatecas.

El fundador de la empresa SAD Desarrollo y Transparencia, Héctor Muñoz Ibarra, que recibió contratos sin licitar por 93 millones 252 mil pesos, era también el presidente de Austeridad Republicana, uno de los dos puntales financieros del movimiento de López Obrador.

Durante la administración de López Obrador al frente del GDF, Muñoz Ibarra fue director del Registro Público de la Propiedad y en el siguiente gobierno recibió el contrato para digitalizar los archivos del Registro.

Como socios de empresa figura también Javier López Núñez, director general de Recursos Materiales y Servicios Generales del GDF en el gobierno de López Obrador.

En cuatro años las tres compañías recibieron contratos que ascendieron a más de 110 millones de pesos, como lo reportó una investigación de El Universal.

AFK Comunicación Creativa, creada a vapor y con un domicilio legal que no corresponde a la verdad, obtuvo contratos sin licitar por 18 millones 182 mil pesos.

La responsable y dueña de AFK era la contadora de la asociación Honestidad Valiente, de Andrés Manuel López Obrador.

También hubo contratos “por invitación”, en las que AFK y AAR simularon participar para que la ganadora fuese SAD, de Austeridad Republicana, encabezada por Héctor Muñoz Ibarra, director del Registro Público de la Propiedad con López Obrador.

Ante las evidencias documentadas por El Universal en agosto de 2012, López Obrador no tuvo respuesta, sólo insultos: “como periódico del régimen está haciéndole el trabajo sucio a Peña y al PRI”.

¿Y? ¿Qué pasó con más de 100 millones de pesos entregados en contratos sin licitar a sus tentáculos Austeridad Republicana y Honestidad Valiente?

Así es que ahora que se ha puesto sobre la mesa la ética de los contratos y la relación de éstos con políticos, Andrés Manuel López Obrador tiene mucho de qué hablar.

Es obvio que prefiera hablar de una casa en Ixtapan de la Sal comprada en cuatro millones de pesos, y no de los contratos sin licitar a las empresas de su entorno, que sólo en estos casos citados superan los 100 millones de pesos.

Para tener la lengua larga hay que tener la cola corta, dice el dicho, y ese no es el caso de López Obrador y de quienes le acompañan en Morena.

Puede decir que él no se compró ninguna casa, pero ese no es el punto, sino el entramado de corrupción para obtener dinero público a través de licitaciones a modo, mientras él recorría el país acusando a los demás de corruptos.

EL FINANCIERO