MÉRIDA.- La resolución de la suprema corte de Justicia de la Nación (SCJN), que ordena a la Comuna pagar a Santander las rentas, así como los intereses moratorios, formalizó un acto aparentemente legal, pero inmoral, por medio del cual a los meridanos les dieron basura a cambio de mucho dinero, afirmaron varias personas.

La SCJN juzgó un acto mercantil, pero no eso no quita que detrás de ese acto hubo dolo, engaño, corrupción y desprecio a los meridanos, al darles cosas de mala calidad, afrenta que los ciudadanos se cobraron en la siguiente elección, en la que el PAN volvió a ganar la alcaldía, indicó Ramón May Euán.

 

 

Es una pena que ante la SCJN haya prevalecido el interés del poderoso banco antes que el de los ciudadanos afectados y no hayan sido capaces de fallar e a favor del municipio como un fallo ejemplar para las demás corporaciones que atenten contra los intereses de las personas, dijo a su vez Elizabeth Fuente.

A su vez Enrique Álvarez Brito dijo que la renta de las luminarias chinas, que son de pésima calidad, fue un acto en el que se presume hubo corrupción entre la alcaldesa Angélica Araujo Lara y la empresa ABC Leasing, corrupción que se formalizó mediante un acto aparentemente legal.

 

Al abundar en el tema Ramón May, integrante del grupo Valor Azul, afirmó que la resolución de la SCJN no debe hacernos olvidar varias cosas: a) No había necesidad de cambiar las lámparas; b) Las lámparas chinas eran de mala calidad y prácticamente no alumbraban; c) se “remataron” las lámparas que se quitaron a un precio irrisorio. d) La Comuna debía pagar una renta de poco más de $500 millones y no era propietario de las luminarias, de modo que al final del contrato de arrendamiento ABC Leasing se podría llevar sus lámparas y dejar a oscuras la ciudad.

“La resolución de la SCJN avaló un acto legal de arrendamiento entre la Comuna que presidio Angélica Araujo y ABC Leasing, pero que fue inmoral debido a muchos aspectos, entre ellos la mala calidad de las luminarias, que el cambio se hizo por capricho o sólo para hacer ‘bisnes’; es decir se quitaron lámparas de calidad y se colocaron otras  malas, con un precio inflado”, precisó Ramón May.

Elizabeth Fuente indicó que lo que poca gente sabe o recuerda es que, cuándo las lámparas chinas empezaron a fallar, el Ayuntamiento no podía cambiarlas, ya que si tocaban los equipos perderían la garantía, de modo que había que reportarlas a ABC Leasing para que las cambie.

Sin embargo, esa empresa, no contaba con grúas, personal o equipo para realizar el cambio en Mérida, de modo que poco a poco la cuidad se vio sumergida en la oscuridad.

“Era necesario comprar nuevas lámparas y si no se tomaba la decisión en el momento tengan por seguro que seguiríamos a oscuras y con un problema peor de inseguridad del que hemos visto últimamente”, precisó la entrevistada.