PROGRESO.— La comisaría de San Ignacio, la más antigua del municipio, no se escapa del problema del consumo de drogas que tiene como víctimas a menores de edad que son presa fácil de los narcomenudistas que han extendido sus tentáculos hasta ese poblado, ubicado a 13 kilómetros de la cabecera municipal.

Habitantes de esa comisaría, que pidieron no ser identificados, manifiestan su preocupación por el consumo de drogas que se registra desde hace varios meses, el cual crece conforme pasa el tiempo y hasta el momento “no se ha hecho nada para frenarlo”.

El comisario municipal Israel Chan Canché confirmó que en días pasados fueron detenidos dos menores de edad por posesión de droga pero los liberaron poco después y no fueron consignados.

Los vecinos de la comisaría “están preocupados” porque “las garras” no sólo del alcoholismo, sino también del consumo de drogas, han llegado al lugar, expresan que la tranquilidad de San Ignacio se rompió con el arribo de personas foráneas que llegaron para trabajar en la construcción de las torres para una harinera.

Por lo menos unos 600 trabajadores veracruzanos, chiapanecos, campechanos y tabasqueños llegaron para trabajar en esa empresa, muchos rentaron casas y se quedaron a vivir cuando se inició la construcción de las torres que generaron fuentes de empleo, en especial en la venta de comida.

“Tienen vicios”

—Hay trabajadores que llegaron con sus vicios a San Ignacio, poco a poco ha ido disminuyendo el número de personal conforme va terminando la obra de la harinera —agregaron.

Los vecinos señalaron que San Ignacio, de ser un poblado tranquilo en el que su único problema fuerte era el alcoholismo y la falta de empleo que obligaba a tanto a hombres jóvenes y adultos a emplearse en Mérida y Progreso, en la pesca, congeladoras y en otros negocios, ahora está amenazado por el consumo de enervantes.

—San Ignacio ya se inundó de droga, situación que comenzó desde hace poco más de un año, es preocupante, los tiradores llegan de Flamboyanes donde desde hace años hay un elevado índice de consumo de enervantes y de Tamanché, comisaría meridana donde viven personas que distribuyen la droga —dijo un vecino.

Durante el día, según se observa, San Ignacio parece desierto, calles con poca gente, los jóvenes y adultos salen a trabajar y regresan por las noche que es cuando se dan los casos del consumo de enervantes y en especial los fines de semana.

—El casco de la ex hacienda henequenera está abandonado, la fachada de la antigua iglesia de estilo gótico tiene huellas visibles de abandono, le hace falta pintura y mantenimiento —comentan vecinos que se alistan para celebrar a San Ignacio de Loyola, cuya fiesta es el 31 de este mes. (Diario de Yucatán)