MÉRIDA.- La alergia a la proteína de la leche de  vaca significa todo un cambio  al estilo de vida de una familia, pues de no tratarse puede afectar el desarrollo físico de un niño Para tratar la alergia a la proteína de la leche de vaca -y en realidad cualquier alergia alimentaria- el esfuerzo está enfocado en la eliminación total del alergeno, lo que se puede volver todo  un reto para las familias.

El Dr. Marco Antonio Góngora Meléndez, especialista en Alergología e Inmunología clínica pediátrica del Hospital Star Medica, explica en entrevista que una alergia se trata de una respuesta exagerada del cuerpo generalmente a proteínas, por ejemplo las que contiene específicamente la leche de vaca, como la beta-lactoglobulina, alfa-lactoalbumina y caseína.

Tener un familiar con alergia es un antecedente para desarrollar esta reacción en la que se inflama el intestino, y la primera expresión de que hay un problema de salud es precisamente la afectación alimentaria o una dermatitis atópica.

Los síntomas dependen del grado de sensibilización del afectado a la proteína y entre ellos se incluyen cólicos, distensión, diarrea, entre otros, pero “así como pueden presentarse sólo síntomas leves, puede haber una manifestación muy grave a la que le llaman anafilaxia, en la que el simple hecho de tener contacto con el alimento genera una reacción generalizada que si no se trata de inmediato puede poner en riesgo la vida del paciente. La ventaja es que muy pocos tienen esas manifestaciones tan graves”, explica el doctor.

El Dr. Marco Góngora resalta la importancia “sospechar que el niño tiene una alergia”, ya que esto permite el diagnóstico y control de los síntomas para tener una buena calidad de vida. De acuerdo con el grado de afectación, el médico decidirá si se realizan pruebas cutáneas o un examen de sangre, cuyos resultados deberán ser interpretados por un especialista.

Si se tiene la certeza de que hay una alergia a la proteína de la leche de vaca, el principal tratamiento es la eliminación lo cual puede ser un reto porque “muchos de los alimentos que consumimos todos los días contienen leche y son productos comunes”. Por ello, Góngora Meléndez recomienda acudir ya sea con un nutriólogo o un gastroenterólogo para recibir un “tratamiento multidisciplinario” y estar completamente informados para que la dieta que se adopte cumpla con el objetivo.

“No se trata de una eliminación para toda la vida. Yo creo que un tiempo suficiente de eliminación es aproximadamente un año. Esto permite que se ‘resetee’ el sistema, para luego inducir a la tolerancia y que el niño pueda consumir el alimento”, añade el médico.

Haya diagnostico o no, el Dr. Marco Antonio explica que por lo regular los niños superan la alergia con el paso del tiempo (regularmente años), pero si los síntomas no se controlan del todo, la talla y peso del niño podrían verse afectados, pues “como el intestino se inflama, los otros alimentos tampoco se absorben bien”.

 “Es importante que la población en general sepa que las alergias alimentarias no son un mito. Puede pasar que en casa compro comida especial que es de hecho más costosa, entonces a mi hijo le va bien, pero si fuera de ésta las personas no están conscientes de que la alergia alimentaria existe como una enfermedad, puede repercutir en que el niño no elimine de su dieta el alimento al que es alérgico”, explica el Dr. Antonio Góngora.

Por ello, el alergólogo plantea establecer una red de apoyo que incluya a familia y sociedad en general. “Esto permite a la familia evitar un alimento en todo el ambiente que rodea al niño, desde una guardería, un preescolar o una primaria”.

Por su parte, la licenciada en Nutrición, Sonia Pilar Mondragón Almaraz, advierte que los padres de familia se enfrentan a la poca cultura que existe hoy día sobre alergias alimentarias. “Cuando tú das a conocer que tu hijo es alérgico, mucha gente cree que es una exageración o que estás sobreprotegiendo a los niños y en realidad es que tienen manifestaciones que afectan su salud”, dice.

Lo anterior también implica una afectación psicológica, pues los infantes se vuelven más aislados al ser etiquetados como “delicados”. Por el contrario, la especialista aconseja trabajar como sociedad para enfocarse en la inclusión y participación de estos niños. (Diario de Yucatán)