MÉRIDA.- La visita de Ricardo Anaya Cortés, candidato del PAN a la presidencia de México exhibió el oficio político de unos, la terquedad y obstinación de otros y dejó en claro que las decisiones en el panismo yucatecos para las candidaturas más grandes ya están firmes.

La visita de este joven ambicioso, pero tan astuto, que raya en lo diabólico, fue el viernes 22 de diciembre y en el evento realizado en un salón del oriente de la ciudad, él debió ser la estrella principal, pero la poco inteligente, terca, obstinada y corrupta Cecilia Patrón intentó demostrar que tiene fuerza y le fue peor.

Los lambiscones de esta mujer, llamada la “Reina de los Moches”, carteles en mano intentaron impresionar a Anaya, para que cambie al candidato a la alcaldía, es decir que “baje” a Renán Barrera Concha y ponga a la menor, aunque no menos corrupta, de los Patrón Laviada.

Enojado, porque ya había advertido que en el evento no quería “shows” como el que protagonizó Cecilia, Anaya le dijo a Mauricio (Vila Dosal) que ponga en su lugar a esa mujer, pues él (Mauricio) la creó y por tanto debe hacerla entrar en razón.

“Hay un acuerdo que incluye que tú seas el candidato al gobierno del estado y que Renán lo sea a la alcaldía meridana, de modo que tienes que respetarlo y por tanto pon en su lugar a Cecilia”, le habría dicho Anaya al alcalde meridano.

Bueno, una de los que demostraron oficio político en ese evento fue Ana Rosa Payán Cervera, candidata al Senado, pues llevó pancartas y banderas de Movimiento ciudadano y llevó a la mitad de las personas que estuvieron en el evento. Sin hacer tanto ruido, con hechos concretos la de origen campechano mostró músculo.

Al final de la jornada todo se confirmó: Mauricio candidato a la grande; Renán abanderado por la “Joya de la corona”, y Raúl Paz Alonso, candidato a senador. A pesar de sus berrinches de niños tercos, malcriados y peor educados, el “Diputado Lechitas” (Joaquín Díaz Mena) y Cecilia Patrón vieron esfumarse sus sueños de ser candidatos al senado y a la alcaldía meridana, respectivamente. Ambos están a la espera de un milagro.