MÉRIDA.- Dos abusivos jaliscienses, con historial delictivo, Víctor Manuel Aceves Arizaga y Javier Covarrubias Miranda, despojaron de una camioneta Ford Lobo a un vendedor, al que amenazaron y lesionaron con cutter,

Estos dos sujetos, que fueron detenidos y sujetos a proceso penal, contactaron por redes sociales a un matrimonio que vendía una camioneta, para simular la compra del automotor, pero en realidad lo robaron.

Los sujetos, originarios de Jalisco y con historial delictivo, fueron imputados por el delito de robo de vehículo automotor cometido con violencia. La juez de control Suemy del Rosario Lizama Sánchez les impuso la medida cautelar de prisión preventiva por todo el tiempo que dure el proceso, y programó para mañana jueves 15 de marzo la audiencia de vinculación.

La denuncia fue interpuesta por José Raúl Castellanos García (intermediario) y los señores Camilo Ferdinand May y Julieta Margarita Cih.

El miércoles 7 de marzo, el matrimonio se contactó por las redes sociales con un sujeto, que dijo ser ingeniero, que estaba interesado en comprar la camioneta Lobo que vendía la pareja y acordaron el precio en 137 mil pesos.

Para el viernes  9, los esposos de nuevo se contactaron con el supuesto ingeniero y para eso buscaron a José Raúl, para que cierre el trato en su lugar, quien se llevó la camioneta, con placas YP-3828-B, con todo y llaves y factura endosada.

Le dieron el número del intermediario y Castellanos García se puso de acuerdo de ver al comprador en las bodegas de la Cervecería Superior, ubicadas sobre el Poniente del Anillo Periférico, a las 8 de la noche, donde iba a mostrar el automotor.

Cuando José Raúl llegó vio venir a dos sujetos de aspecto foráneo, que le preguntaron si era él la persona que estaba vendiendo la camioneta y al responder que sí, lo amagaron con el cutter y le arrebataron las llaves y los documentos. Para atemorizarlo, le hicieron una herida superficial y se dieron a la fuga.

Fueron perseguidos y cuando se les detuvo no pudieron acreditar la procedencia de la camioneta, pues para su mala suerte, aunque la factura contaba con la firma de la propietaria, no así tenía la leyenda que acompaña este tipo de tratos.