CHIHUAHUA ,. 11/07/18.- Jorge Alberto era enfermero auxiliar del  IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social); sin embargo, tenía un poder inusitado en la institución: podía vender plazas al personal y órganos para trasplante a los pacientes.

El hombre vivía rodeado de lujos producto de sus actividades ilícitas; no obstante, cuando no pudo cumplirle a sus “clientes” decidió matarlos.

Las autoridades calculan que cometió por los menos siete homicidios. El enfermero laboraba en el Hospital General Morelos antes de ser arrestado. Tenía un sueldo con el cual jamás habría comprado los 10 autos de lujo.

En el “Seguro” todos sabían que Jorge tenía importantes conexiones con el sindicato y que por una gran cantidad de dinero conseguía “lugares”. “Sueños sin cumplir”.

Laura Soto, auxiliar administrativa de una pequeña clínica del IMSS, soñaba con tener un mejor ingreso, un día supo de Jorge y lo contactó.

Dependiendo del tipo de plaza deseada era la “tajada” para el sindicato, le explicó el enfermero. Laura logró reunir 80 mil pesos, con lo que tendría “derecho” a un cargo en las oficinas centrales; sin embargo, pasaron varias semanas y el ascenso no llegó, al igual que ella otros de sus compañeros, que también entregaron dinero a Jorge, comenzaron a impacientarse.

La fiscalía estima que tan sólo de ese grupo recibió alrededor de 600 mil pesos. El 6 de diciembre la mujer recibió la llamada, Jorge se comunicó para decirle que todo estaba listo, que se verían al día siguiente cerca de las oficinas de la delegación.

El día 7, esperaba encontrarse con el enfermero, pero murió. Desde un vehículo le dispararon a corta distancia; Jorge se cansó. Fue otra víctima.

Ilusión y tragedia
Daniel Gregorio Romero padecía diabetes, su calidad de vida era cada día peor. Era jubilado de la Conagua y desde hace meses esperaba por un trasplante de riñón; sin embargo, ocupaba los últimos lugares de la lista de espera.

Los Romero contactaron con Jorge Alberto y un médico, aún no identificado, quienes les hicieron saber que podían conseguir el riñón, sin necesidad de ser derechohabiente.

El acuerdo implicaba un pago de medio millón de pesos; sin embargo, el enfermero incumplió y comenzaron los reclamos.

El 30 de junio la familia Romero citó a Jorge en su casa. Lo que ocurrió esa noche se desconoce públicamente, pero las autoridades señalaron que en un video de seguridad se aprecia como un hombre mató uno por uno a los cinco miembros de la familia y “perdonó” la vida de un niño de 2 años.

Su esposa, la cómplice
“Mi esposa es buena tiradora”, se jactaba el enfermero Jorge Alberto ante un allegado —quien hoy es testigo protegido—

El Ministerio Público informó al juez que lleva el caso que la esposa del enfermero, Lizzeth C. S., participó en los crímenes y en la operación de la venta de plazas; pero está prófuga.

Lizzeth, su esposa, se mantenía al tanto de todos los acuerdos del enfermero, incluso —según el testigo protegido— al tener la mujer un don para la elocuencia, era ella quien atendía los “casos difíciles”, es decir aquellos en los que les exigían la devolución del dinero.

El testimonial indica que cuando Jorge ya no podía negociar intervenía su cónyuge, la cual generalmente lograba conseguir más tiempo, mediante charlas sobre tener una mejor vida, lujos, autos, y otros argumentos que solían convencer al personal del IMSS que los buscaba.

Aunque la Delegación Estatal de la institución se reservó dar información del caso, en la audiencia de Vinculación se supo que la pareja tenía un tabulador, en el que los pagos iban de los 35 mil a los 100 mil pesos para quienes ya laboraban en el Seguro Social y pretendían alcanzar un puesto de mayor jerarquía.

El costo para ingresar por primera vez era de 80 mil pesos. El ministerio público logró determinar que Laura Soto, empleada de la clínica 58, quien fue citada por el enfermero afuera de una guardería del IMSS para de ahí ir a entregar sus documentos a las oficinas centrales en diciembre pasado, fue asesinada desde el interior de una Suburban color negro propiedad de Lizzeth.

Las autoridades buscan para su detención a Juan A., quien se desempañaba como encargado de la Bolsa de trabajo en el IMSS.

 

(El Universal)