MÉRIDA, Yucatán, jueves 06/09/18.- De los seis que suspiraban por la candidatura del PRI al gobierno del estado, sólo Jorge Carlos Ramírez Marín sigue “vivo”, pues de los otros uno está en el infierno político, dos en el limbo, uno es diputado por azares del destino y otro “pintó su raya”.

En medio del terremoto que sacudió al PRI en Yucatán, Jorge Carlos sacó la casta y obtuvo una victoria en la elección para senadores, que al final fue la única que logró el tricolor en todo el país.

Ya en la Cámara Alta, Jorge Carlos, de entre la ridícula cantidad de 13 senadores tricolores, se instaló como vicepresidente de la mesa directiva, lo que reforzará su buena imagen en el país y de antemano lo convierte en el sobreviviente de la catástrofe que masacró al PRI yucateco.

Dejemos que los muertos entierren a sus muertos, como dice el Evangelio, de modo que sólo diremos que el muerto político es Víctor Caballero Durán, a quien le cabe la deshonrosa y vergonzosa placa de ser el priista al que le han dado la mayor paliza en la contienda por la alcaldía meridana, luego que Renán Barrera lo aplastó con una diferencia de poco más de 81 mil votos. Requiescat in pace.

Atolondrado y magullado, como si un gran toro de lidia de 650 kilos lo hubiera revolcado en la Plaza México, cuando en realidad era un “flancito” llamado Dafne López Osorio, Felipe Cervera Hernández es diputado por azares del destino y por la soberbia de la infumable y egocéntrica Silvia López Escoffié, de Movimiento Ciudadano. Me explico: esta veleidosa mujer, nacida en cuna de oro, según ella misma se describe, impuso a un candidato en el Distrito VII local, valiéndole madres la alianza con el PAN, de modo que poco más de 1,300 se confundieron y votaron por la alianza MC-PAN, que ahí no había, de modo que se anularon esos votos, que junto con los 700 que obtuvo el candidato de MC hubieran bastado para derrotar el soberbio Felipe.

Gracias a Silvia, el hijo de “Balo” es diputado y presidente de la Junta de Gobierno del Congreso del Estado. Salió más que raspado y con su orgullo herido de muerte.

Mauricio Sahuí Rivero está en el limbo político, e igual que la innombrable Angélica Araujo Lara, carecen de la más mínima oportunidad de lograr algún cargo de elección popular en Mérida, ya que son considerados ivonistas y ese es su sello de muerte. Los meridanos le dijeron al espiteño “no te queremos”. El futuro de este priista está en el interior del estado o en candidaturas plurinominales.

En el limbo quedo también Pablo Gamboa Miner, hijo de Emilio Gamboa Patrón (a) “Chupón”, pues no alcanzó un escaño en el Sanado y deberá inventar algo para mantenerse vigente tres años, mientras busca alguna posición política que lo reinvente tres años y así suspirar de nuevo por la candidatura tricolor al gobierno estatal, en 2024.

Si a Pablo le gustó la vida de político, no por el dinero, porque a él, gracias a su papá que es inmensamente millonario luego de casi 40 años en el gobierno federal, en donde hizo cuanto chanchuyo se le presentó, sino por la vida de sentirse “redentor” ayudando al pobre por sentirse querido y aclamado seguirá en esta brega; de lo contrario hará maletas y volverá al DF, de donde es, porque en realidad es poch yucateco.

Finalmente, Liborio Vidal Aguilar, empresario que al no ser el ungido dio un paso atrás, se desmarcó, aunque antes colocó a sus incondicionales en innumerables puestos de elección popular. No necesita de la política, es un próspero empresario y a ver si ahora ya se olvida de hacer grilla y se concentra al 100 en sus negocios.

Aunque el político es el ser que más pronto se puede reciclar y presentarse como nuevo, bonito y barato, luego de ser lo peor, el camino de estos cinco tiene más sombras que luces, es tan incierto como que el PEJE cumpla todas sus promesas de campaña y la luz al final del túnel para ellos aún no se ve.

El lado opuesto de este quinteto lo vive Jorge Carlos, quien salió ganador en las elecciones y ahora tiene reflectores nacionales sobre él.