CIUDAD DE MÉXICO, viernes 18/01/19.– Hasta sus 30 años Jason Padgett era un hombre al que le gustaba vivir enfiestado, comúnmente se la pasaba en un bar con amigos sin importar que fuera mitad de semana o día laboral, despertarse tarde y con resaca era algo que podía permitirse ya que trabajaba en la mueblería de su padre.

“Mi vida consistía en salir a bares en busca de chicas, beber, ir al trabajo y al día siguiente despertar con resaca. El estereotipo del idiota que ves entrando a un bar… ese era yo”, confesó entre risas de esa vida pasada, el hombre que se convirtió en un genio de las matemáticas después de sufrir una golpiza.

Jason Padgett solía mantener un look ochentero y comportamiento adolescente, actualmente confiesa sentir un poco de vergüenza al hablar de su juventud.

“Llevaba una vida muy superficial. Solo me interesaban las chicas, las fiestas y el alcohol”, recuerda.

Hoy Padgett es considerado un genio de las matemáticas, con una habilidad muy inusual: puede “ver” los números y la geometría; para él no son solo abstracciones.

¿Cómo pasó este estadounidense de ser un “fiestero” empedernido a convertirse en un matemático obsesivo? Ocurrió literalmente de golpe.

“Me había quedado en los 80… seguía usando el estilo de pelo corto (en la parte de) arriba y largo atrás y vestía chalecos de cuero sin camiseta”, recuerda, avergonzado.

Pero esa vida de “cabeza hueca” terminó repentinamente la noche del viernes 13 de septiembre de 2002, en la ciudad de Tacoma, estado de Washington, donde Padgett se había mudado hace poco.

Fue con una amiga y un chico con el que ella salía a un karaoke. La pasaron bien. Él -fiel a los 80- cantó “Blaze of Glory” de Bon Jovi, a quien le encantaba imitar.

Mientras estaba en el escenario vio a un par de hombres sentados en una esquina pero no le dio mayor importancia. Poco sabía que esos hombres le cambiarían la vida para siempre.

Cuando salieron del lugar, Padgett recuerda que sintió un fuerte golpe repentinamente. Los hombres le habían golpeado por detrás en la cabeza y él cayó de rodillas.

“Vi una luz blanca, como si alguien hubiera sacado una foto”.
Los atacantes siguieron golpeándolo y pateándolo. Él intentó morder las piernas a uno de ellos.

“Extrañamente la cosa que más recuerdo es pensar: ‘Quiero lastimar a estos tipos antes de morir'”.

Mientras era atacado, miró a su amiga, que observaba todo y estaba en shock. El chico con el que salía levantó los brazos y se fue corriendo. Notó que varias de las personas dentro de local de karaoke miraban la escena por la ventana pero nadie hizo nada.

“De pronto uno de los hombres me dijo: ‘Dame tu chaqueta’ y fue recién ahí que me di cuenta de que era un asalto”.

Se sacó la chaqueta (“era una chaqueta de cuero de apenas US$99 y había quedado dañada durante la golpiza”). Se la dio a los hombres y salieron corriendo.

Padgett tuvo la suerte de que hubiera un hospital cercano donde llegó arrastrándose. Ahí le dijeron que tenía una conmoción cerebral y que le sangraba el riñón, pero lo mandaron a casa después de inyectarle un analgésico.

La pesadilla de Padgett comenzó poco después. Desarrolló un trastorno obsesivo compulsivo (TOC).

El temor a lo ocurrido -y al hecho de que nadie lo hubiese ayudado- lo llevó a tener miedo a salir y a estar con otros.

Vivía encerrado en su casa y allí desarrolló una obsesión con la limpieza.
“Tenía un miedo irracional a los gérmenes. Me lavaba las manos cientos de veces al día. Desarrollé un miedo irracional”.

Incluso llegó a desinfectar su dinero, limpiando cada billete, uno por uno.
El hecho de que estuviera lejos de su familia y sus amigos hizo que su trastorno pasara desapercibido. Vivió tres años así.

Pero el traumatismo en la cabeza también le dejó otra mella… cambió su forma de ver todo.

“Todo lo veía ligeramente pixelado. Las nubes, el Sol… Miraba el agua irse por el desagüe y veía tangentes, con líneas como olas, que se cruzaban”.

“Era hermoso pero al mismo tiempo daba miedo”, recuerda.

Buscó ayuda psicológica para su TOC y se inscribió en un curso de matemáticas en una universidad cercana.
Esto no sólo le permitió salir de su casa. En la universidad también conoció a quien luego se convertiría en su esposa. “Mi vida mejoró drásticamente”, cuenta.
Al ver un programa de televisión finalmente entendió lo que le estaba pasando.
Era una entrevista con Daniel Tammet, un hombre que tiene Asperger (un trastorno del espectro autista) y es un genio de las matemáticas y la lingüística.
Tammet es considerado un savant, como se conoce a las personas con competencias mentales extraordinarias.
“Era la primera vez que alguien, además de mí, hablaba de cómo los números se ven”, cuenta Padgett.
Decidió contactar con una experta para saber si él también tenía el llamado síndrome del sabio o savant.
Una serie de resonancias cerebrales lo confirmaron. También se le diagnosticó sinestesia, como se conoce al trastorno por el que los sentidos se mezclan.
Estudios de su cerebro permitieron confirmar que tiene el síndrome del sabio o savant. Esto confirmaba y explicaba cómo podía “ver” las matemáticas. Para Padgett recibir un diagnóstico fue un alivio.
Uno de sus atacantes lo contactó
Padgett escribió un libro sobre sus experiencias: Struck by genius(Un golpe de genialidad) y viajó por el mundo contando su historia.
Su fama tuvo una consecuencia inesperada… uno de los hombres que lo atacó -a quienes les juró venganza por muchos años- se puso en contacto con él y mostró un enorme arrepentimiento por lo que había ocurrido, que atribuyó al alcohol y las drogas.
Le contó que al igual que él, también había empezado una nueva etapa, libre de violencia.
Padgett aceptó sus disculpas y lo felicitó por haber cambiado su vida.
“Es fenomenal lo que ocurre a nuestro alrededor todo el tiempo y no lo notamos”, dice Padgett, sobre las figuras fractales que solo él puede ver.
Pese a que el ataque le causó años de dolor y problemas severos, Padgett lo tiene claro.
“Volvería a pasar por todo lo mismo para lograr este despertar matemático. Es mágico”.
Síndrome del sabio o savant
Padgett es sólo una de las 40 personas en el mundo con síndrome savant adquirido, una condición en la cual prodigiosos talentos en matemáticas, el arte o la música surgen en individuos previamente normales después de una lesión cerebral o enfermedad.
El investigador Darold Treffert, por su parte, lo define como un estado patológico según el cual algunas personas con desórdenes mentales y pese a sus discapacidades físicas, mentales o motrices, poseen capacidades absolutamente excepcionales.
El psicólogo Arturo Torres considera que este síndrome ofrece pistas acerca del funcionamiento del sistema nervioso humano y de cómo un funcionamiento anómalo del encéfalo no tiene por qué ser sinónimo de deficiencias.
Esto concuerda con una concepción del cerebro como un conjunto de recursos limitados que deben ser bien administrados. Si muchas áreas del encéfalo se disputan constantemente los recursos necesarios para funcionar y se da una descompensación en la manera de distribuirlos, es comprensible que algunas capacidades crezcan a costa de otras.
Se cree que la expansión de algunas áreas funcionales del hemisferio derecho que aparece para compensar algunas deficiencias en el hemisferio izquierdo podría ser la causa de un conjunto de síntomas tan variado. Sin embargo aún queda bastante por investigar de este complejo fenómeno neurológico.
En muchos casos viene asociado a déficits en otros aspectos, como malas habilidades sociales o problemas en el habla, y algunos investigadores creen que está relacionado con el espectro autista o con el Síndrome de Asperger.
Tener el síndrome es, en parte, percibir el mundo de una manera muy distinta a como lo hace el resto de personas.
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