MÉRIDA, Yucatán, miércoles 23/01/19.- Los rostros de los señores Alberto Ku Poot, Juliana Aguilar Aguilar y Clementina Palma Bacelis, de Sinanché, así como de Esperanza Aké Pat de Mérida reflejan ternura infinita y sabiduría, esa que se logra con el paso de los años y se matiza cuando comparten historias recolectadas en más de un siglo de vida.

Los surcos de sus rostros, que en el siglo pasado lucían tersos y llenos de valentía, son testigos de una vida plena, de una dieta sana, una familia unida, el trabajo arduo y honesto, pero sobre todo de promover el amor hacia Dios “que nos llevará cuando lo considere”.

Los cuatro personajes tienen en común el centenario de su nacimiento, el cariño de sus hijos, nietos y bisnietos, “porque la familia es la clave de la longevidad”, pero además, pertenecen a una generación única.

Don Alberto Ku Poot, quien nació el 21 de noviembre de 1916 en San Pedro Chimal, tiene una memoria impecable que le permite relatar algunos pasajes de su niñez, como la viudez de su madre que la llevó a buscar trabajo en ranchos de Tekal de Venegas, Santa Cruz y Sinanché, donde finalmente se establecieron.

–Yo nací hace 102 años, cuando terminó la Revolución Mexicana, recuerdo que en Yucatán vinieron muchos soldados y estaban felices porque había paz –dice y el orgullo crece cuando asevera que desde chico se dedicó a trabajar en los henequenales para ayudar a su mamá.

Las historias sobre la interacción con los españoles, noticias sobre la II Guerra Mundial, el oro verde y su labor como uno de los promotores de la Iglesia Evangelista en Yucatán le dan brillo a su ojos, “con uno no puedo ver, el Sol lo coció cuando trabajaba en la milpa”.

Su juventud fue difícil, “cortaba pencas de henequén en un área de 20 mil mecates y sólo se hablaba maya. En 1993, no había maestros y no podías ir a la escuela”.

–¿Cuál es su secreto de vida?

–Comer sano y poco. Antes comíamos todo lo que sembrábamos, pero ahora que no puedo trabajar la tierra sólo como tres tortillas y pocas viandas, así me mantengo con vida –dice el ejidatario quien sonríe orgulloso porque gracias a sus manos y el campo pudo sacar adelante a sus ocho hijos: dos varones y seis mujeres, “dos ya murieron y dos se fueron a vivir a Cancún”.

En un momento de la charla, don Alberto, quien era famoso en Sinanché porque tocaba el acordeón y fue uno de los fundadores de la Iglesia Evangélica en Yucatán, revela que “pronto se irá más arriba, lo deseo para ir a servir a Dios”.

Vuelve a presumir su memoria al relatar historias de 1964 y algunos pasajes de la Biblia sobre cómo el Hijo de Dios vino al mundo, los profetas, los reyes y detalles de sus hijos Jacobo, Priscila, Rutilde, Dorcas, Séfora, Silfa, Eliseo y Olda María Ku Palma.

–Mi esposa Juliana Palma Noh murió hace 66 años de muerte cerebral –dice don Alberto, quien reitera que el 21 de noviembre pasado, sus hijos celebraron su cumpleaños número 102.

Doña Juliana Aguilar Aguilar, quien nació el 10 de diciembre de 1917 en Sinanché, coincide en que la buena alimentación es la clave de la longevidad.

–Me gusta comer huevos, carne, galletas y leche, hace tiempo dejé de disfrutar el frijol porque me hace daño –dice y platica sobre sus hijos Marcos, Rafael, Santiago, Francisco, José, Carmela, Margarita, Lázaro, Venancio, Adelaida y Alvaro Espinosa Aguilar.

Aunque se puso feliz con la entrevista, tanto que ella misma se peinó para las fotos y regaló hermosas sonrisas, se puso triste porque ha sobrevivido a seis hijos, “sólo me quedan el loco de Rafael (suelta tremenda carcajada contagiosa), José, Alvaro, Carmela y Margarita.

Doña Juliana, quien agradece a Dios por tantos años de vida que le permiten estar con su familia, admite que antes, “como no había doctores llevaba a mis hijos con el yerbatero para que los cure cuando se ponían enfermos. Ahora ya no hay yerbateros buenos, todos ya murieron”.

–Ahora, 101 años después, hay muchos doctores y muchas medicinas, pero ya me fastidié de estarlas tomando –confiesa y muestra un montón de pastillas y jarabes “que compro con mi dinero que me da el gobierno cada dos meses”.

Doña Clementina Palma Bacelis, quien nació el 14 de noviembre de 1918 en Sinanché, dos años después de que se organizara el Primer Congreso Feminista de Yucatán (se realizó del 13 al 16 de enero de 1916 en el Teatro José Peón Contreras), tiene mucho en común con sus coterráneos: vive feliz alejada del bullicio de la ciudad.

Doña Esperanza Aké Pat, quien nació el 18 de enero de 1919, coincide en que la familia es su motor de vida.