MÉRIDA.- Luego de ser despedido de la Comuna, Irving Berlín VIllafaña armó tremendo alboroto y amenaza con recurrir a instancias superiores para tratar de evitar su despido, mientras tanto se divierte muy bien y el sábado pasado bebió alegremente unas cervezas con el presidente estatal del PAN, Raúl Paz Alonzo.

Paz y Berlín departían alegremente, en torno a unas cervezas, en el restaurante Fridays de City Center y sus carcajadas se oían por amplio espacio del local. Eran poco después de las tres de la tarde y los dos seguían en su mesa en amena plática.

No sabemos a ciencia cierta si Paz se reunió con Berlín para darle su hombro a fin de “consolarlo” o para urdir algún plan en contra del alcalde Mauricio Vila Dosal. Grandes amigos no son, ya que ni el partido los une, pues este sujeto de corta estatura mental y física ni siquiera es panista.

Lo cierto es que Berlín, tan soberbio y engreído como es, se niega a aceptar que cometió un error y quiere seguir mamando del erario municipal, del que ya mamó siete años, (tres con Ana Rosa, tres con Renán y uno con Vila). Su mente embotada por la soberbia no le permite ver que él, lo quiera o no, representaba a la Comuna y en ese contexto sus comentarios fueron muy desatinados, y sus asesores no lo ayudan porque son igual que él.

Con la salida de Irving peligra el sueldo de uno que otro renancista, a los que mantenían sin hacer nada de provecho para la Comuna sino sólo “trabajaban” para el ex alcalde.