Mérida, Yucatán, martes 18/12/18.- La culpa no es del indio, sino del que lo hace su compadre: “Lechitas” ya es compadre del “Mesías”, así que ahora sopórtenlo, si desde que era un don nadie quería estar en todos lados ahora con su nombramiento querrá despachar en palacio.

Ayer, apenas recibió el nombramiento, junto a 31 personas más, el dos veces traidor lo presumió en sus redes sociales como tratando de decir “Vila, ya no me podrás sacar de ningún evento”, aunque ese cargo no le da facultades para inmiscuirse en asuntos de estado y mal estará Vila si lo permite.

“Indio” o “pueblerino”, como le llamaron varios panistas, la carrera de “Lechitas” está marcada por la traición en busca de “huesos”, titereteado por los también dos veces traidores Blanca Estrada Mora e Ismael Peraza Valdez.

Irónicamente, ayer que recibió su nombramiento de superdelegado se cumplía un año en que apoyó un gran acuerdo entre otros aspirantes del Partido Acción Nacional (PAN) a la gubernatura, que le abrió la puerta a Mauricio Vila Dosal para ser el abanderado albiazul al Ejecutivo estatal en las elecciones del 1 de julio.

La historia ya la conocemos, “Lechitas” (Joaquín Díaz Mena) como buen indio patarrajada, como le diría mi mamá, dijo “má, má” (no, no) y se negó a ser diputado local, porque su sueño era ser senador, de modo que traicionó al PAN, como antes lo hizo con el PRI hace casi dos décadas.

Sin embargo, los comicios le demostraron que en Yucatán la política se vive en serio y él no es el preferido y lo mandaron a un lejano tercer lugar, apaleado totalmente, sobre todo en Mérida, de modo que la victoria de Vila fue más fácil que la del “Canelo” contra el bulto que le pusieron el sábado.

Van dos portazos en la cara de “Lechitas” y serán más si, terco como una mula o como un indio con compadre poderoso, insiste en querer estar en todo.

Los dos portazos en la nariz de “Lechitas” fueron, uno, cuando no lo dejaron pasar a una reunión de seguridad convocada por el gobernador Vila Dosal en Palacio de Gobierno, y el más reciente fue el viernes pasado en el aeropuerto de Mérida, donde tuvo que esperar detrás de un cristal el arribo del presidente López Obrador y del gobernador Mauricio Vila, además de seguir a la distancia el paso de ambos mandatarios.